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Tokio, 2ª Parte: Explorando la ciudad; Harajuku, Shibuya y Shinjuku Este

A las buenas tardes!

Continuamos nuestra aventura japonesa explorando otra tanda de zonas de la ciudad de Tokio, concretamente os traigo el itinerario del segundo día de viaje, en el que visitamos la zona de Harajuku (Takeshita dori y el Altar Meiji), Shibuya (Centro de Tokio) y la zona Este de Shinjuku.

Empezamos!

  • Harajuku y Altar Meiji:

Harajuku es el conocido como barrio de la moda de Tokio, en él podemos encontrar todo tipo de boutiques de lujo y tiendas de lo más curiosas. Para llegar hasta este curioso barrio, cogemos la línea Yamanote hasta la parada de Harajuku.

Antes de meternos en la maraña de tiendas, visitamos el Altar Meiji (Meiji Jingu), que se sitúa al otro lado de la estación, cruzando un puente sobre las vías del tren. Este altar, situado en medio de un bosque de pinos y gynkgos, está dedicado al emperador Meiji, primer emperador del Japón moderno.

Para llegar al recinto principal, nada más sencillo que seguir las enormes puertas Torii que marcan el camino hacia el santuario y dar un agradable paseo entre los cuidados senderos y los almacenes del templo (con el espectacular despliegue de colores de las barricas de sake del almacén principal).

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El recinto principal se distingue por la gran puerta de entrada. Por desgracia, debido a que en el año 2020 se celebra el 100 aniversario de este templo, se estaban realizando trabajos de restauración en el mismo, por lo que algunas partes estaban cubiertas con una lona (entre ellas el altar principal).

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El chasco que nos llevamos con las obras de restauración lo compensó la oportunidad de ver una boda japonesa. Al igual que en occidente, la novia viste el kimono blanco mientras que el novio viste el negro.

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Tras ver la salida de la pareja del templo (entre una cantidad abrumadora de turistas) visitamos los jardines del templo (previo pago de la entrada de 500 yenes), donde se puede ver en profundidad la zona en la que se encuentra el templo. Se trata de un jardín meticulosamente cuidado, con varios lugares donde sentarse y observarlo con tranquilidad. Los diferentes carteles te van orientando en el itinerario a seguir.

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Tras acabar la visita al altar Meiji cruzamos la calle para ver desde lejos el estadio Yoyogi a través de uno de los pasos elevados característico de las ciudades japonesas. Tras ver el estadio nos dirigimos al barrio de Harajuku.

Paseamos por una de las bocacalles hasta llegar a la famosa Omotesando (carretera grande, literalmente traducido). Aquí podemos observar, entre otras cosas, los edificios (que no tiendas), de las más diversas marcas. Tal vez el que más nos impresionó es el edificio de HyM, que a bote pronto tendría unas 8 plantas.

Cerca del edificio de HyM, hay un pintoresco cartel que señala la entrada a la Takeshita Dori. Esta es una de las calles más concurridas de Tokio, en la que puedes encontrar de todo: Moda, regalos, souvenires, tiendas de Cosplay, cafeterías de gatos, algodón de azucar gigante… todo un despliegue de medios en el que el consumo manda. También tuvimos la oportunidad de ver a las entregadas dependientas de las tiendas, que invitan con megáfono a los clientes a entrar a los establecimientos (o gritan las ofertas, quien sabe).

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Tras visitar la Takeshita Dori, callejeamos por el barrio de Jingu-Mae para comer algo. No perdáis la oportunidad de visitar el templo de Togo antes de alejaros de la zona, a dos manzanas al norte de esta calle, pasando por al lado de un colegio de primaria (foto de la cabecera de la entrada).

Paramos en un restaurante llamado Maisen para probar su famoso Katsudon (bol de la victoria, uno de los platos más conocidos de la cocina japonesa, hecho con rodajas de cerdo empanado, huevo, cebolla y arroz). Dado que no nos apetecía hacer cola para comer sentados dentro del restaurante venden comida recién hecha para llevar.

Tras disfrutar del katsudon, volvemos a la Omotesando y nos desviamos, por la Meiji Dori, hasta el barrio de Shibuya (el principal distrito comercial de la ciudad). Una vez llegamos, nos encontramos directamente con el Scramble Kousaten, o el cruce de Shibuya, según muchos el cruce más abarrotado del mundo. Nos fundimos con los peatones para vivir la experiencia.

A simple vista parece una tontería, pero no todos los días puedes cruzar una calle con más de 3000 personas sin que nadie se choque contigo. Uno de los mejores lugares para sacar fotos a la gente pasando es el Starbucks adyacente al cruce o los ventanales de la estación de tren.

Tras volver a cruzar la intersección, nos metemos en la estación de trenes de Shibuya, donde se puede observar el gigantesco mural de Taro Okamoto, que plasma de manera abstracta la caída de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki.

Justo en la salida de la estación de trenes, encontramos la plaza Hachiko, en honor a un perro fiel que esperó en esta plaza a su amo durante años tras la muerte del mismo, a modo de conmemoración, una estatua se alza en el centro de la plaza y es lugar de encuentro habitual de los japoneses.

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Tras visitar la estación callejeamos por el barrio, visitando varias tiendas de Manga y Anime, no pude resistir la tentación de meterme en uno de los famosos salones recreativos japoneses, en los que la cultura del ocio y el videojuego manda.

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Tras terminar la visita, cenamos y cogemos el tren hasta Shinjuku.

  • Shinjuku, la fiebre del neón:

De nuevo mediante la línea Yamanote llegamos a Shinjuku, el que podríamos llamar el corazón administrativo de la ciudad de Tokio. Dado el tamaño de este distrito (que podríamos considerarlo como una ciudad dentro de otra ciudad), lo dividimos en dos partes. Concrétamente vemos la zona este de Shinjuku, el distrito más «de ocio», por llamarlo de alguna manera.

Cuando salimos de la estación ya empieza a anochecer y la ciudad adquiere otro color, el de los miles y miles y MILES de neones que hay encendidos en cualquier esquina y colgando de los edificios. Pantallas gigantes con sonido proyectando anuncios y una amalgama de hilos musicales de origen incierto inundan las calles de este concurrido barrio.

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Paseamos por las coloridas e iluminadas calles de Shinjuku hasta llegar al barrio de Kabuki-cho (el barrio rojo de Tokio, por decirlo de alguna manera). Este barrio recibió dicho nombre por la intención que había de construir un teatro Kabuki en él, obra que nunca llegó a completarse. La entrada a esta zona la delimita un cartel con un lazo rojo muy vistoso.

Continuamos nuestra visita, pasando por varios templos escondidos entre los rascacielos de la ciudad, hasta llegar al distrito de Shinjuku-2-chome, donde cenamos en un bar llamado Roots (Mexicano + Japonés) para descansar algo del arroz de todos los días.

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Tras la cena tomamos algo en uno de los bares de la zona, para ver el ambiente local y emprendemos el camino de vuelta hacia el hotel, visitando más calles de esta peculiar zona de Tokio.

Y hasta aquí la entrada de hoy, espero que os haya gustado y que os anime a visitar las tierras japonesas.

Saludetes y hasta el próximo post!.

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